La obesidad no es un problema que únicamente dependa de un factor, un alimento o un comportamiento. Es algo complejo y que probablemente sea una consecuencia común de una diversidad de factores amplia. Uno de esos factores es la predisposición genética y aunque a algunos todavía parece que se resisten a creerlo, está bastante aceptado que existen una serie de genes (nueva tendencia de estudio de la fisiología del ejercicio) que se relacionan con mayores índices de obesidad.
Un reciente estudio publicado en The New England Journal of Medicine, «Sugar-Sweetened Beverages and Genetic risk of Obesity«, analiza la relación entre la ingesta de refrescos azucarados y la predisposición genética a la obesidad. Y encuentra una clara correlación entre ambos factores, sobre todo cuando más refresco se toma.