Ultimamente vemos en las carreras a las que acudimos algunos participantes que utilizan calzado minimalista. Este calzado se caracteriza por una disminución de los milímetros de suela. Además poco a poco es una tendencia que está creciendo también fuera de las modalidades deportivas.
Vamos a someterla a la ciencia a ver qué ventajas podemos obtener y qué inconvenientes tenemos al utilizar este tipo de calzado.
Recientemente se ha publicado un estudio, llevado a cabo por Tung y Col. en la Universidad de Colorado, por parte del laboratorio de biomecánica donde se analiza el coste energético de los que corren con un tipo de calzado u otro.
Se habla de la fuerza que genera la musculatura al correr va a depender del tipo de calzado. La amortiguación de la zapatilla va a absorver parte de la fuerza que con un calzado minimalista no ocurre. Por lo tanto la hipótesis era que el calzado con amortiguación iba a generar que se gatara menos energía en la carrera.
En este estudio se compararon el coste energético con diferentes tipos de calzado (sin apenas suela, con 10mm y con 20mm de espesor) en los mismos corredores para evitar diferentes técnicas de carrera.
Tras analizar los gases O2 Y CO2, los resultados mostraron un ahorro de la potencia metabólica de 1’63% con respecto al calzado sin amortiguación. Pero lo más curioso es que no se obtuvo diferencias con un calzado de 20mm de espesor.
La conclusión que extraemos es que tenemos que elegir un calzado o un modelo de calzado que se adapte a nuestras características. Si optamos por un calzado minimalista debemos hacer un uso adecuado. Una adaptación progresiva a la baja amortiguación. Si optamos por un calzado con amortiguación se tiene que adaptar a las individualidades de los deportistas, como el peso, el volumen de km, el terreno…